Caer en la tentación

Resulta difícil comenzar un texto cuando tenés la mente llena de palabras sueltas y no encontrás conectores para hilarlas. Me resulta interesante, entonces, buscar la vuelta para que pueda darle un sentido a lo que pienso y a lo que siento cuando suelo "escupir verdades" de una, sin medir lo que digo y cómo lo digo.
Esta semana, vaya uno a saber porqué, en mi cabeza se hacía (y se hace) presente una y otra vez el tema de las tentaciones. Reflexiono sobre ellas, sobre si está bien, si está mal, si caer te hace más débil... o si demuestra realmente la fragilidad que tenemos y que en cierto punto negamos, o si simplemente, hay que lidiar día a día a ellas y en consecuencia, te tenés que sentir orgulloso si pudiste evitarlas o te tenés que arrepentir si después querías realmente eso que tanto te tentaba y lo dejaste pasar.
En todos los aspectos de la vida encontramos las tentaciones. Por ejemplo, en mi caso, me encanta comprar ropa. Vivo tentada en un sinfín de justificaciones de "me falta...", "necesito...", pero casi nunca es un "quiero eso...". Es que es complicado aceptar lo que uno piensa porque siempre es más fácil patear la pelota afuera.
Y así como lo aplico para la ropa, también lo puedo relacionar con el sonido del despertador a las 5:30 AM. que me arranca de la cama calentita y ella, sin reparo alguno, me tienta a seguir disfrutando de su comodidad. O, porqué no, hablando en un modo general, pensar en aquellas cosas que te gustaban, que querías hacer y por miedo a lo desconocido, diste un paso al costado. Como dice el tango: "el que no arriesga no gana", pero ahí creo que podemos disentir.
Puedo arriesgar a saltar a una pileta vacía y caer mejor que un clavadista; o puedo caer mal y terminar lastimada sin vuelta atrás sabiendo que, probablemente, no vuelva a ser la misma.
Y así como relaciono las tentaciones a situaciones cotidianas, vale hacer una analogía con mi alimentación y la de todos los celíacos, a la cual me refiero siempre en este espacio:

-¡Comé un poquito que no te va a hacer nada!
-¡No seas exagerada!
-No te preocupes, una miguita ni se siente...
-Etc.

Todas estas frases y muchas más atentan contra nuestra tranquilidad mental. Puedo ser frágil e indefensa en muchos aspectos de mi vida, pero acá no hay brazo que me puedan torcer. Cualquier partícula, por más pequeña que sea, afecta a nuestro sistema digestivo o repercute en cualquier otra parte de nuestro organismo. Pero quienes no tienen esto claro, o quienes caen ante la tentación de probar algo que no pueden, terminan sufriendo consecuencias mayores.
No hay necesidad de insistir frente a un NO, sobretodo cuando se trata de la salud.
El primer paso para comprenderlo es la empatía. Ponete en el lugar del otro, pensá que si te dice que NO, es NO. Porque esas frases incisivas generan nervios, malestar y mucha incomodidad para uno. Por eso, una vez que el daño está hecho, por una miguita, un "pedacito" o lo que sea, no hay vuelta atrás. NO HAY CAMBIO, NO INSISTA.
Comprender lo que nos pasa es fundamental para poder vivir en paz con el otro.

¡BUEN JUEVES!

Tati.
@tatisingluten (IG)

Comentarios

  1. Hola tati! Me encanta todo lo que escribís y la forma en la que te expresas. Me descubrieron la celiaquia hace 8 meses, siendo mi papa celiaco hace mas de 10 años pero nunca nos detuvimos a informarnos en mi familia, hasta que en septiembre mi hermana y yo nos dio positivo el examen de sangre.
    Mi primera reacción fue el llanto, seguido del enojo pero eso después de unas semanas cambió. "Me picó el bichito de la cocina " y es el día de hoy que cocino y me gusta hacer diferentes comidas que podamos comer todos.
    Por un lado, me volví bastante obsesiva con respecto a la contaminación. Eso llevo a que mi familia (tios, primos, etc que no conviven conmigo) nos inviten a reuniones y cumpleaños y que tenga que llevar todo para comer. Esto es lo que vivo día a día, una angustia que no puedan de alguna manera mimarnos o hacernos sentir incluidos. Es una cuestión de actitud de como tomar las cosas pero me da impotencia que ni siquiera haya un alfajor de arroz.
    Capas sueno muy dramática pero es una sensación que no me puedo sacar y espero que se me vaya en algún momento.
    Perdón por expresarme en tu blog pero quería compartir mi alegría de leerte y sentirme acompañada. Seguí así ❤❤❤

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Nos estalla el calefón.

La receta de la felicidad